Mateo 5 1-12
"1. Jesús, al ver toda aquella muchedumbre, subió al monte. Se sentó y sus discípulos se reunieron a su alrededor. 2.Entonces comenzó a hablar y les enseñaba diciendo:
3. «Bienaventurados los que tienen el espíritu del pobre, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
4.Bienaventurados los que lloran, porque recibirán consuelo.
5.Bienaventurados los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
6.Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
7.Bienaventurados los compasivos, porque obtendrán misericordia.
8.Bienaventurados los de corazón limpio, porque verán a Dios.
9.Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios.
10.Bienaventurados los que son perseguidos por causa del bien, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
11.Bienaventurados ustedes, cuando por causa mía los insulten, los persigan y les levanten toda clase de calumnias.
12.Alégrense y muéstrense contentos, porque será grande la recompensa que recibirán en el cielo. Pues bien saben que así persiguieron a los profetas que vivieron antes de ustedes."
Reflexión. –
Después de regresar del desierto, llamar a sus discípulos, Jesús hace algo que tiene cierta similitud, con lo que siglos atrás, haría Moises, subir a la montaña.
Todo hombre, después de un desierto, debe subir a una montaña, y volvemos a ver esto ejemplificado en muchos de los pasajes de la escritura. ¿Qué quiere decirnos Dios con subir a una montaña?
En el éxodo, después de vagar por el Desierto, Moisés, sube al monte Sinaí, donde Dios bajaría y presentaría las leyes donde establecería una alianza con su pueblo, y dictaría las leyes que la regirían, esa vez, sería Moisés quien sube al monte y descendería con las tablas de la Ley. Sin embargo, ahora es Jesús, Dios mismo hecho hombre, quien sube a la montaña, acompañado de sus discípulos.
La montaña siempre hace referencia a ese deseo de Dios de acercarse a su pueblo, para lo cual el habrá de descender, y el hombre elevarse para poder entrar en ese contacto, por lo tanto, la montaña es revelación, y es que es en la montaña donde los grandes eventos pasan. En el monte Sinaí, Dios haría su alianza con su pueblo, es en el Monte Moriá donde Dios promete a Abraham que de su decendencia, surgirá un gran pueblo; es en la montaña donde Noé encallaría en el Arca, después del diluvio; es en el monte Tabor, donde Jesús se transfiguraría; es en el Gólgota, donde nos daría la salvación. Por lo tanto subir al monte es ese esfuerzo que Dios quiere que hagamos, porque en el gran amor que nos tiene, nos hace copartícipes de la historia de la salvación. Él podría darnos la salvación y Él podría resolver los problemas del mundo, pero es tan grande su amor, que nos quiere partícipes de esto. Es en la montaña donde Dios nos desvela su anhelo de vernos realizados en la misión que Él nos tiene, Moisés para guiar a su pueblo, Jesús para abrirnos las puertas del cielo y librarnos de la muerte.
Hoy has cruzado un gran desierto, has purificado tus amistades, y a punto de cerrar este reto, sube a la montaña, ora al Padre que está en los cielos y pídele que mediante el Espíritu Santo purifique los anhelos de tu corazón, para que termines de esculpir, ese hombre que el sabe que puedes ser. Ya cruzaste el desierto, pero esto no ha terminado, nada de rendirse, sube al monte, porque es ahí, donde Dios revela grandes cosas.
Jesús, en este pasaje habla de las Bienaventuranzas, que son medios para perfeccionarnos más como cristianos. Son el modelo de vida con el que debe vivir alguien que está decidido a seguir a Jesús hasta la cruz. Vivir solamente cuidando cumplir los mandamientos de la ley de Dios, es de cristianos mediocres, Dios quiere que vayas aun más allá y por eso nos muestra las bienaventuranzas, que ayudan a vivir más de acuerdo al ejemplo que Jesús mismo nos da. Un cristiano que se conforma con vivir cumpliendo los mandamientos, es un cristiano que no ama plenamente, y por tanto no es feliz, un cristiano que vive las bienaventuranzas es un hombre que ha comprendido el amor que Dios le tiene y que quiere compartir ese amor con los demás.
Reflexiona, ¿Qué te pide Dios ahora que estás por subir a la montaña?¿Qué anhelos de tu corazón quieres pedir a Dios que purifique?¿Qué vicios quieres que te ayude a terminar de quitar y arrancar de tu vida?
Oración que habitualmente reza el papa Francisco a San José (lo relata en Patris corde)
«Glorioso patriarca san José, cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en mi ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan graves y difíciles que te confío, para que tengan una buena solución. Mi amado Padre, toda mi confianza está puesta en ti. Que no se diga que te haya invocado en vano y, como puedes hacer todo con Jesús y María, muéstrame que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén».