Filipenses 1, 8-25
"Pues testigo me es Dios de cuánto os quiero a todos vosotros en el corazón de Cristo Jesús. Y lo que pido en mi oración es que vuestro amor siga creciendo cada vez más en conocimiento perfecto y todo discernimiento, con que podáis aquilatar los mejor para ser puros y sin tacha para el Día de Cristo, llenos de los frutos de justicia que vienen por Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios. Quiero que sepáis, hermanos, que lo que me ha sucedido ha contribuido más bien al progreso del Evangelio; de tal forma que se ha hecho público en todo el Pretorio y entre todos los demás, que me hallo en cadenas por Cristo. Y la mayor parte de los hermanos, alentados en el Señor por mis cadenas, tienen mayor intrepidez en anunciar sin temor la Palabra. Es cierto que algunos predican a Cristo por envidia y rivalidad; mas hay también otros que lo hacen con buena intención; éstos, por amor, conscientes de que yo estoy puesto para defender el Evangelio; aquéllos, por rivalidad, no con puras intenciones, creyendo que aumentan la tribulación de mis cadenas. Pero ¿y qué? Al fin y al cabo, hipócrita o sinceramente, Cristo es anunciado, y esto me alegra y seguirá alegrándome. Pues yo sé que esto servirá para mi salvación gracias a vuestras oraciones y a la ayuda prestada por el Espíritu de Jesucristo, conforme a lo que aguardo y espero, que en modo alguno seré confundido; antes bien, que con plena seguridad, ahora como siempre, Cristo será glorificado en mi cuerpo, por mi vida o por mi muerte, pues para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia. Pero si el vivir en la carne significa para mí trabajo fecundo, no sé qué escoger... Me siento apremiado por las dos partes: por una parte, deseo partir y estar con Cristo, lo cual, ciertamente, es con mucho lo mejor; mas, por otra parte, quedarme en la carne es más necesario para vosotros."
Reflexión. –
San Pablo, escribe muchas de sus cartas desde su encarcelamiento. Y en ellas, es evidente que nunca se sintió tan libre como cuando estuvo en celdas, ya que para él, el espacio físico no es una limitante. Para el lo importante es el amor.
Ahora que estás por terminar este reto, ¿Te has dado cuenta como puedes ser libre de ataduras? En ocasiones creemos que las leyes y los mandamientos, limitan nuestra libertad, pero por el contrario, Dios establece estos, para evitar que seamos esclavos del pecado, y Pablo lo ha comprendido, y más allá de esto, el es testigo de que amando se vive la libertad, que en lo sencillo y lo humilde se vive la plenitud en Cristo.
Y es que no estamos diciendo que renuncies a todos tus bienes y los eches por la ventana, sino que a ejemplo de San Pablo, vivas esa pobreza espiritual, desprendiéndote de ataduras e inseguridades, y viviendo en la confianza de que Dios, camina contigo y que Él vela por ti.
Una de las frases más contundentes de San Pablo en sus escritos, es la que escribe en este texto: “Para mi la vida es Cristo, y la muerte una ganancia”. San Pablo, ha entendido quizá mejor que los primeros apóstoles, cual es su misión, amando, siendo ejemplo y dándose a los demás, es por ello que es tan repetitivo en imitarle a él para parecerse más a Cristo.
Pero cuando uno vive en gracia, el estar en la presencia de Dios es un anhelo paciente de que cuando sea designio del creador, uno puede partir en paz y sin preocupaciones.
Si el día de mañana partieras a la casa del Padre ¿Podrías irte en paz? ¿Podrías decir que cumpliste tu misión? ¿Podrías decir que fuiste feliz y pleno? No se trata de que tanto hayas hecho, sino de que tanto hayas amado y que como Hombre, hayas muerto a ti mismo, a tus impulsos y deseos, que hayas muerto a tu egoísmo, a tu soberbia, a tu sensualidad, y resurgido del agua, como en un bautismo, en un nuevo Cristo.
Medita en la frase de San Pablo, interiorízala y repítela en tu oración varias veces, para que compruebes los frutos que ello tiene en tu alma, verás que tu confianza en Dios aumenta y las montañas que se veían tan altas, ahora no lo serán tanto.
Oración que habitualmente reza el papa Francisco (lo relata en Patris corde)
«Glorioso patriarca san José, cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en mi ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan graves y difíciles que te confío, para que tengan una buena solución. Mi amado Padre, toda mi confianza está puesta en ti. Que no se diga que te haya invocado en vano y, como puedes hacer todo con Jesús y María, muéstrame que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén».