Mateo 4,1:11
"Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar durante cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre. Y acercándose el tentador, le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes.» Mas él respondió: «Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.» Entonces el diablo le llevó consigo a la Ciudad Santa, lo puso sobre el alero del Templo, y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate bajo, porque está escrito: A sus ángeles te encomendará, y en sus manos te llevarán, para que no tropiece tu pie en piedra alguna.» Jesús le dijo: “También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios.» Todavía le lleva consigo el diablo a un monte muy alto, le muestra todos los reinos del mundo y su gloria, y le dice: «Todo esto te daré si postrándote me adoras.» Dícele entonces Jesús: «Apártate, Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás culto.» Entonces el diablo le deja. Y he aquí que se acercaron unos ángeles y le servían".
Reflexión. -
Has caminado ya una semana, en constante batalla por librarte de los apegos del mundo, identificando tus heridas, y descubriendo el infinito amor que Dios te tiene.
Hoy, vemos a un Jesucristo, que después de su bautismo es llevado al desierto para ayunar. Solo en el desierto y separándose de las comodidades es donde uno se encuentra a si mismo. Esta es una constante en muchos de los Hombres que son referente en la escritura: Abraham, Isaías, Moisés, David, José (el soñador), San Pablo, y Jesús que es Dios, no se queda atrás, queriendo vivir en todo como hombre. Es en el desierto donde descubrimos que las heridas son puertas para que los enemigos principales del alma que son el mundo y el demonio, entren y nos alejen más de Dios y del plan que el tiene para nuestra salvación.
El evangelio de la triple tentación en el desierto, es el único evangelio, contado por Jesús, y lo sabemos porque se fue solo al desierto, por lo que sintió la necesidad de contarlo a sus discípulos para revelarnos algo. ¿Qué nos revela Jesús en este Evangelio? El plan del mal sobre nosotros.
La primera tentación no es pecado, convertir una piedra en pan para Jesús, no resultaría difícil, y tampoco sería pecado, sin embargo, lo que Jesús aquí nos quiere mostrar es como el mal hoy se presenta como un bien, para agradarnos, pero es un bien sin Dios, y hoy en día lo vemos: Toda esta cultura del cuidado de la naturaleza, el cuidado de nuestra persona, movimientos de defensa de la mujer, o de minorías raciales ¿Qué pueden tener de malo? Cuidado, el bien sin Dios, el bien sin amor, es el primer paso a alejarnos de Dios, porque el Enemigo sabe que si nos presenta el mal como es, lo rechazaríamos, pero si lo disfraza de bien, seduce.
La segunda tentación nos muestra como el segundo paso del mal es engañarnos diciéndonos que podemos ser dioses, y por lo tanto no necesitamos un Dios, toda esta cultura que hoy enseñan en la masonería, en cursos de superación personal, en cursos de programación neurolingüística, incluso en algunos gimnasios, discotecas, donde te hacen un “dios” o te presentan a ti. Te enseñan a repetirte fráses como “Yo declaro” “yo decreto” “yo profetizo” “yo anuncio”. ¿Quién eres tu para decir yo declaro? Estas son frases que se
atribuyen a Dios, pero que quieren que nosotros repitamos para convertirnos en “dioses”. Esta cultura por la obsesión en el tener cuerpos estéticos, para volverte un “dios”, los cursos de “superación personal y pnl” donde te dicen que te vas a convertir en un maestro del destino, ¿No es Dios quien hace eso?, esta cultura de convertirte un falso “dios en las redes sociales” compitiendo por “likes” por “seguidores”, ¿No crees que es exactamente lo mismo que vivió Jesús en la segunda tentación?
La tercera tentación, donde terminas arrodillándote ante falsos “dioses” como son “influencers”, donde terminas arrodillándote ante el mundo, ante falsas amistades, que te prometen popularidad, poder, dinero, mujeres, éxito, donde terminas entregando tu dignidad a cambio de pequeños instantes de placer, ¿No es como la tercera tentación del desierto?
Jesús dos mil años antes ya nos está revelando como el mal atrapa y no lo hemos querido ver, nos relata como el enemigo se sirve de nuestras heridas para entrar y tomar posesión de nuestros anhelos y empañarlos.
Por ello es muy importante, hoy, terminar de sanar para comenzar a RENUNCIAR a todo ello que nos aleje de Dios y pedir a Dios la gracia de poder empezar a buscar todo aquello que nos haga el Hombre que el quiere que seamos.
Oración de Renuncia y liberación.
En tu nombre Jesucristo, yo (dí tu nombre completo) de manera personal y a nombre de mis antepasados, renuncio a satanás, a todas sus fascinaciones, seducciones y mentiras.
Renuncio a toda práctica de brujería, magia blanca, negra, de cualquier color, santería, hechicería o vudú. Renuncio a toda limpia con huevo, yerbas, bálsamos, vino, sangre o fuego. Renuncio a todo pacto, reto, sello, alianza o consagración al demonio; a conjuros, perjuros, maleficios e invocaciones diabólicas. Renuncio a toda maldición, mal deseo, envidia, odio, rencor, resentimiento, codicia, avaricia, soborno, robo, fraude, despojo o enriquecimiento ilícito.
Renuncio a todo acto de orgullo, soberbia, prepotencia, vanidad y egolatría. Renuncio a todo rito de iniciación chamánica, espiritista, espiritualista, masonería, filosofía rosacruz, dianética y a toda secta o sociedad secreta.
Renuncio a todo conocimiento de la nueva era, creencia en la re-encarnación, esoterismo, metafísica, meditación trascendental, yoga, a todo acto de curanderismo, a las operaciones espirituales, hipnotismo con regresiones, baños con flores, especies, yerbas, sangre de animales o humana o con otras substancias con fines mágicos.
Renuncio a toda lujuria, aborto, adulterio, homosexualidad, bisexualidad, incesto, violación, pornografía, bestialismo, promiscuidad y prostitución. A todo lo que yo u otras personas hayan hecho ilícitamente para controlar, nulificar o desbordar mi sexualidad.
En el nombre de Jesucristo, renuncio al culto y veneración a la llamada “santa muerte” o al vampirismo, a todo encantamiento, invocación y evocación de muertos, a espíritus custodios, guardianes, cósmicos, protectores, espías, vigilantes, a seres espirituales nombrados “maestros de sabiduría”, o a cualquier otro ser maléfico en forma oculta o manifiesta.
Renuncio a todo acto o juego de mediumnidad, a la ouija, al control mental, al manejo del péndulo, a instrumentos para encontrar “tesoros ocultos” o dinero enterrado. Renuncio también a toda clase de adivinación, sortilegio, lectura de cartas, café y caracoles, a toda forma de astrología, horóscopos o cartas astrales.
Renuncio a los amuletos y talismanes, a las herraduras, pirámides, cuarzos, imanes, agujas, sábilas o ajos con moños rojos, imágenes de santos mezcladas con tierra de panteón, velas y veladoras de colores “curadas”, fetiches y representaciones de mi persona de cualquier material y forma que se encuentren enterrados o sean manipulados por mí mismo u otras personas. Renuncio a toda forma equivocada de “medicina alternativa” que bajo engaños haya ritualizado mi ser al demonio.
En el nombre de Jesús, renuncio a toda comida o bebida mezclada con brujería que haya yo ingerido, y a todo lo que haya sido tirado, rociado o untado en mi cuerpo, ropa, zapatos, casa, trabajo, negocio o cualquier pertenencia u objeto que esté cercano a mí, que haya sido maldecido o consagrado al mal.
En el nombre de Jesucristo denuncio, renuncio y echo fuera de mí a todo espíritu de traición, destrucción, muerte, esclavitud, ausencia de Dios, miseria, mendicidad, soltería, infelicidad matrimonial, viudez, orfandad, amargura, envejecimiento o muerte prematura, persecución, problemas con las leyes o la justicia humana, esterilidad, humillación, rechazo, insomnio, deseos de suicidio, aislamiento, locura, soledad, neurosis, depresión, obsesión, miedo, angustia, debilidad, enfermedades crónicas, invalidez, ceguera, sordera, mudez, falta de olfato, imposibilidad de saborear la comida, insensibilidad, celos, inconformidad, incapacidad para vivir, conseguir o conservar un trabajo, una pareja, un matrimonio o una familia.
En el nombre de Jesús denuncio, renuncio y echo fuera de mí todo espíritu de alcoholismo o de cualquier otra adicción, de mal carácter, de falta de memoria, de falta de control y dominio de mi ser, irrealidad, inconsciencia, envidia, abandono, gula, suciedad, desorden, malos olores crónicos en mi cuerpo, ropa o casa, de falta de fe, esperanza y caridad, de falta de interés en la vida, de desprecio a la eucaristía y de aborrecimiento o flojera para tener vida de oración.
Corto, destruyo y nulifico los medios a través de los cuales fueron hechos los daños antes mencionados, si fueron veladoras, fotos, ropa, tijeras, agujas, fetiches, entierros, lo que haya sido.
Renuncio a lo que en forma consciente o inconsciente haya yo hecho o haya sido hecho por otra persona en mi nombre para obtener poderes, dinero, éxito, buena suerte o pretender saber el futuro, o bien para conseguir el amor y la salud propios o ajenos, o tener dominio y control sobre personas, objetos, animales, lugares, espíritus y fuerzas de la naturaleza.
Nulifico los efectos de cualquier práctica contraria al compromiso adquirido a través de mi bautismo, de fidelidad y reconocimiento a Jesucristo como mi único Salvador, a los Sacramentos, a la Virgen María y a la iglesia católica. A lo que impida el ejercicio de mi sentido común, capacidad de juicio, entendimiento y voluntad.
Echo fuera de mí todo aquello con lo que haya intentado sustituir el amor y la confianza de Jesús. Renuncio al rechazo de mis padres desde el instante de mi concepción y durante mi vida en el seno materno. Renuncio al mal que me causaron por intentar abortarme: con yerbas, sustancias químicas o con objetos punzo cortantes. Renuncio a
todo el rencor que tengo si fui dado en adopción o abandonado sin haber conocido a mis padres biológicos o a maldiciones recibidas durante mi gestación.
Nulifico por las llagas de Jesús todo mandato de fracaso, muerte en vida y suicidio que hay en mí por estas causas, la incapacidad para aceptar el amor de Dios, para aceptarme a mí mismo o a las personas, para estudiar, trabajar y ser feliz.
Renuncio a todo lo que sea contrario a la salud, el respeto y la dignidad que como templo del Espíritu Santo, necesita todo mi ser y que esté impidiendo relacionarme con Dios, conmigo mismo (a), con mi entorno en una forma sana, tener una familia unida y un trabajo digno y bien remunerado.
Porque Jesucristo se manifestó para deshacer las obras del diablo: habiendo denunciado, renunciado y echado fuera de mí todos los espíritus del mal, los envío atados y amordazados a los pies de la Santa Cruz y les prohíbo regresar.
Habiendo nulificado todos los efectos, causas y consecuencias, tomo autoridad, en el nombre de Jesús, para que caigan todos los bloqueos, tinieblas y barreras que satanás construyó a mi alrededor y le ordeno a todo ser demoníaco que despojó a mi familia o a mí mismo (a), que nos devuelva, lo que nos quitó.
Padre Santo, te lo ruego, sana toda mi vida, toda mi historia personal, perdóname, ayúdame, libérame, bendíceme.
Padre Dios, acepto que Tú seas mi Padre, Jesucristo mi Hermano, la Virgen María mi Madre, porque hoy, yo (dí tu nombre completo) les pertenezco para siempre.
A través de Tu Santo Espíritu, guíame para la reparación de todas las faltas que cometí y enséñame a amar Tu Voluntad. Gracias Padre.
Amén, amén, amén